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¿Cómo se inició en este deporte, que muchos dirían es poco femenino?
- Creo que es un deporte como cualquier otro, lo pueden practicar tanto hombres como mujeres. Yo empecé hace casi cuatro años porque vine de Estados Unidos un poco gordilla y mi papá me dijo que viniera porque el trabajo que se hacía en este gimnasio era bastante intenso. Vine, pero desde que entré por esa puerta quería pelear, como que lo traía en la sangre. Siempre me había gustado el boxeo pero antes hice atletismo por 12 años y nunca pensé que iba a terminar boxeando, pero me enamoré de él y estoy contentísima.

¿Cómo tomaron en su casa que decidiera boxear?
- Mi mamá vive asustada, ella dice que tiene miedo de que me peguen, que me pase algo, pero todos los demás siempre me han apoyado, saben que tengo el carácter para esto. No he recibido críticas, solo apoyo. Mi mamá me apoya pero con miedo.

¿Cómo era Hanna cuando pequeña, ya boxeaba con sus hermanos?
- Nos agarrábamos, peleábamos y nos dábamos durísimo, pero yo siempre salía ganando. Fueron mis primeros golpes, sin duda fueron años de años que nos vapuleábamos, pero ya esos años pasaron, ahora es puro amor en mi casa, todos nos queremos y nos apoyamos mucho.

¿Va al estadio a ver a su hermano Cristian jugar?
- Siempre que puedo voy a apoyarlo y lo disfruto. Estoy esperando que alguien diga algo de mi hermano para armársela.

¿Hace pleitos en la gradería?
- Ah, sí. Si hablan mal de él me enojo, es mi hermano. Uno entiende que la gente va a desestresarse, pero él es una persona, es un jugador y es mi hermano, y la gente no tiene por qué irrespetarlo, a mí me molesta y los confronto cada vez que puedo. Pero cuando yo estoy por ahí casi nadie dice nada contra él.

¿Y Cristian irá a verla pelear?
- Sí, vienen él, toda mi familia y mis amigos.

¿Qué se necesita para dedicarse al boxeo?
- Se necesita constancia, tolerancia y enfrentar un montón de discriminación. Mucha disciplina y confianza en que si uno quiere puede llegar a hacerlo bien, y eventualmente uno se gana el apoyo y la confianza de la gente.

¿Qué siente cuando sube al cuadrilátero?
- Me convierto en una persona diferente. Yo soy una persona llevadera, soy simpática en mi forma de ser, pero a la hora de subir al ring me pongo seria, la que está al frente es mi enemiga y yo vengo a destruirla.

¿Cómo se siente para la pelea de mañana?
- Me siento superbién. No tengo nervios, estoy deseando que llegue, he entrenado mucho tiempo y he tenido pocas peleas, entonces cada vez que tengo una pelea es el clímax de todo. Lo más duro de la pelea es el entrenamiento, pasar hambre, y la pelea es el premio.

¿Cómo es un día normal en su vida?
- Me levanto a las 4 ó 5 de la mañana a correr, después me alisto para ir a trabajar, voy de 8 a 12 y después me vengo a entrenar al gimnasio hasta las 3.30 de la tarde. Después me voy para el trabajo porque entro a las 4 de nuevo y salgo como a las 9 de la noche, o tal vez más tarde. Duermo muy poco.

¿Tiene novio?
- No, la verdad es que me da pereza toda esa vaina, no tengo tiempo. Cuando he querido empezar algo pasan unos días y después dijo no, mejor lo dejamos así. Para tener una relación hay que tener tiempo, hay que tener interés, hay que tener ganas y no tengo nada de eso. Mi amor está en el ring.

¿Por qué le gustan los tatuajes?
- Siempre me han gustado los tatuajes, es una forma de expresión, son marcas que me recuerdan un periodo de mi vida. Todos tienen un significado especial, el más importante es el que tiene mi apellido, que representa todo lo que es mi familia, lo que hemos crecido, madurado, sufrido y avanzado. Ninguno es por un amor.

¿Ha habido momentos difíciles en la familia?
- Pasamos tiempos muy difíciles económicamente, tuvimos un tiempo en el que casi perdemos nuestra casa, pero gracias a Dios todos esos obstáculos los hemos pasado y ya estamos bien, estamos logrando cosas que esperábamos hace tiempo. Los chiquitillos vienen ahí. Tengo un hermano que juega al fútbol, otro que dibuja, una más chiquitita que no sabemos qué va a hacer. Hasta soy tía abuela, sé que todos tienen su talento y por herencia todos vienen con disciplina, con alguna meta, dispuestos a llegar.

¿Le gustaría que su hermana o su sobrina sea boxeadora?
- Si ellas quieren sí, y me gustaría ser su entrenadora.

¿Se ve a largo plazo como madre?
- No. Nosotros hemos tenido que tomar algunos papeles cuidando a mis hermanos, ayudando a mis papás, pero una vez que termine con eso en realidad va a ser tiempo para mí y no para un niño.

«También trabajo como escolta, en cosas de seguridad. Estuve en Ferrovial y tengo buena reputación allí. Tengo mucho repertorio» - «Después de casi 300 combates, no me voy a poner a estudiar Medicina»

«En las pocas cosas que he hecho siempre salía de malo. Con la cara que tengo no voy a hacer de Blancanieves». Dum Dum Pacheco es actor. Se llama Yuce en la serie televisiva Senderos de añoranza, dedicada a los sefardistas desde su llegada a la península hasta su expulsión en 1492. «Hago de guía». Comparte plató, entre otros, con Terele Pávez, Tony Isbert y Máximo Valverde. Dirige Joaquín Gómez Sainz de Rozas.

«Es una coproducción muy buena, financiada por la Unión Europea, ya está todo para empezar. Fue mi amigo Manolo Summers, a quien mando saludos al cielo, quien me encarriló en esto, en el cine. También añoro a Juanito Gómez y Alberto Ruiz Giménez, quiero que lo pongas. Summers decía que tenía algo de actor. Con él hice To er mundo e güeno, en 1980, y To er mundo e mejó. Luego me quisieron contratar para el teatro, para hacer una obra titulada Esta noche gran velada, pero acababa de tener el accidente y no pude aceptar. Ahora me arrepiento, porque un actor que no hace teatro no consigue ser un gran actor».
«Me comparaban con Charles Bronson y Burt Reynolds».
«En El primer divorcio trabajé con Tita Cervera, que era muy amiga mía en su tiempo. Ahora igual me ve, agacha la cabeza y sale corriendo. Lo comprendería, porque ella no era lo que es ahora».
«Por Yo hice a Roque III, en 1979, me pagaron 200.000 pesetas, pero lo hacía más por el nombre. Cuando empiezas en algo nunca ganas mucho dinero. El accidente no sólo me impidió competir por el Campeonato del Mundo, ante Mano de piedra Durán. Me habían hablado de contratos en el cine. Tenía físico».

«Estaba separado y venía de ver a mi hijo en Aguadulce. Era el verano de 1982. Me comí las elecciones en el hospital. Era joven, bebía y me gustaba mucho correr. En una curva choqué de frente con un camión.

Entré en coma nada más darme el golpe. Sentí que volaba entre pájaros por un valle en un paisaje muy limpio. En medio de ese delirio, una mano que me sacaba del coche, la del guardia civil o el soldador. Muchas veces me he preguntado qué fue aquella sensación. Llegué a hablar con el doctor Jiménez del Oso. Tengo 30 clavos y cuatro placas. Me dieron por muerto».

«Cincuenta boxeadores se retiraron después de pelear conmigo. A Toni Ortiz le tiré en el tercero y le rompí la mandíbula por siete sitios. Le quitaron la licencia».

«He ganado más dinero que campeones del mundo. En Bilbao me dieron un millón y medio de pesetas por una pelea sin título. Los promotores decían 'hay que darle lo que pida, que sale barato', porque sabían que yo nunca me quejaba y aceptaba pegarme con todos».

«Me lo puso Julio César Iglesias, en mi primera pelea como profesional. Dum Dum era el nombre de las balas estríadas que te penetran y cuando salen te rompen. Yo siempre ganaba por K.O. Ya me pagaban siendo amateur. En Bilbao no me tenían manía por llevar la bandera española en el calzón sino porque les daba a todos mis rivales unas palizas que les dejaba lisiaos».

«Nos llamábamos Los ojos negros, porque todos teníamos los ojos grandes y oscuros. Nuestra banda se inspiraba en la película West side story. Éramos los dueños de Madrid, una especie de mafia juvenil. Si no hacían lo que queríamos, armábamos tres broncas y a hacer puñetas la discoteca. Gracias a nosotros, Camilo Sesto empezó a actuar en un local de Usera, con su primer grupo, Los Dalton. Caímos presos casi todos, por cambiar las cosas de sitio. Cogíamos coches, motos, la Montesa, la Bultaco».

«Entré con 16 años, con una pena de seis meses, pero estuve tres años por mala conducta. Conocí a El Lute, a Jesús Gil, a Antonio Gades... Siempre he sido muy echaopalante; o pasas por el aro o te enfrentas. Estuve cuatro meses en una celda de castigo: dos metros de largo por 1,5 de ancho, en un sótano incomunicado, una mazmorra. Sólo había un catecismo y cucarachas».
«Aprendí a rezar. Jugaba al triángulo con migas de pan con las cucarachas. En verano te dejaban un cubo de agua para todo el día. Caían dentro los chinches. Como no había luz, metías el hocico para beber agua y sentías a los chinches en la garganta. Te los tragabas».
«Era obligatorio estar de pie. Cuando entraban y me encontraban sentado, se liaban a palos con una porra hasta dejarme sin conocimiento».

«Me fui voluntario. Siempre he sido aventurero, amante del riesgo; siempre he estado cerca del peligro. Estuve a punto de irme de mercenario, al Congo, o a Mozambique, no me acuerdo».
«Me hicieron legionario de honor. Llevo siempre el emblema de la Legión, para mí está por encima de todo. Allí empecé a leer mucho. La gente hablaba todo el rato de Franco y me empecé a identificar con él. Entonces sólo tenía tres ídolos: Hernán Cortés, Franco y Elvis Presley».
«¡Me encanta llevar la bandera de España. Si por mi fuera la llevaría hasta el día de la muerte. Soy patriota de los pies a la cabeza!».

«Yo era muy vividor. Me cogía un millón de pesetas y me quedaba donde había peleado, en Italia, en Roma, donde fuese. Hasta que no lo gastaba no volvía. Cambiaba de coche como de camisa. El primer coche me lo regaló una actriz italo-alemana. Me dice la gente que me quiten lo bailao, pero podía haber bailao lo mismo con más cabeza. Haber invertido en pisos. El más caro de la Castellana valía dos millones de pesetas y eso lo ganábamos nosotros en dos peleas».
«Si no me he acostado con 1.000 mujeres no me he acostado con ninguna. Conocidas, desconocidas, millonarias. He sido jefe de 100 o 200 mujeres, no te voy a decir donde, y rara era la noche que no caía alguna».

«Mi madre, de tantos disgustos como yo le daba, cogió una enfermedad y murió. Mi hermano Juanjo murió con 15 años. Me adoraba. Yo estaba en la cárcel y decía mentiras piadosas por mí. '¿Cuándo pelea tu hermano?' , le preguntaban. Una vez que fue a visitarme me llevó una moneda de cinco duros».
«Se estaba muriendo y gritaba en el hospital que quería ver a su hermano Jose. Según el médico debía haber fallecido cuatro meses antes, pero la pasión por verme le daba fuerzas. Al final me dejaron salir de la cárcel para visitarle. La policía me quitó las esposas y entré en la habitación. Se le iluminó la cara. Le iba a devolver los cinco duros, y me dijo. 'No, quédatelos. Dame un beso que me voy al cielo'. Dándole el beso se murió. Tenía un defecto congénito y se le reventó la vena aorta».

«Jugaba al fútbol de niño y nadie iba a verme. Me metí en un bar y peleaba Fred Galiana con Moore. Estaba lleno. Empecé a ir al gimnasio con 14 años». «Odiaba a la sociedad, quería matar a mi rival». «Estuve varias veces cerca de la cima». «Mi vida está hecha de fuego y hielo». «Escribí mi autobiografía hace mucho tiempo: 'Mear sangre'. Summers la quiso llevar al cine».

«Nací en Lavapiés hace 55 años, aunque parezca que tengo 33». «Estoy divorciado, con tres hijos, uno, de 28 años, con mi primera mujer, y dos mellizos de 17. Juan José juega al fútbol en el Villarrosa. Dicen que gusta». «Me quité el bigote hace cosa de un año». «Trabajé de escolta con un diplomático árabe, pero me echaron por liarme con una de las criadas»