Al ser detenido el combate nuestras tarjetas estaban 79 - 73 para Mosley.
Por Bernardo Pilaatti
ESPNdeportes.com
Fuimos a ver la consagración de Antonio Margarito y aplaudimos la glorificación de Shane Mosley.
Eso escribiría cualquiera de los mas de veinte mil fanáticos que colmaron el Staples Center.
Decepción y asombro. ¿Realmente era Antonio Margarito aquella bolsa de recibir golpes durante ocho asaltos?. Si lo era. En mi crónica anterior les dije que Toño, ademas de su nula defensa y esa confianza ciega en el aguante de su barbilla, tiene otros problemas. Encender sus motores después del sexto asalto, es uno de sus defectos. Y sobre ese defecto, escribió el lenguaje de su estrategia el viejo zorro de Mosley.
En la mitad de la pelea le puso todo, ¡pero todo lo que tenia!. Lo ablandó con duros golpes al cuerpo, lo punteó con el jab, con derecho a más de una repetición, lo remató con durísimos ganchos al rostro y hasta le tiró volados que jamás Margarito alcanzaba a divisar. Todo en el arranque de la batalla. Les dije que su velocidad alcanzaba para Margarito. Alcanzó y sobró. Lo golpeó entrando e hizo lo mismo saliendo. Cuando el ex campeón quería reaccionar, daba un paso adelante y lo amarraba.
Para las veinte mil almas aquello era espectacular, pero inefectivo. A todos los efectos era el mismo guión de otras peleas del Tornado de Tijuana. Su mentón aguanta, aguanta, el rival se cansa y Margarito lo destroza. Así le ganó a Cotto y Cotto había vencido a Mosley. También les dije en mi crónica anterior que los números no hacen la historia.
Margarito dijo al final de la pelea que tuvo una mala noche. Yo le digo que no. Creo que lo que tuvo fue un duro aprendizaje. Ahora sabe que necesita mejorar la defensa, ahora comprenderá la necesidad de enchufarse' desde el primer asalto en la pelea y por sobre todas las cosas, sabrá que en la ley de la lógica, el que recibe los golpes es el que pierde. La historia del boxeo esta llena de pugilistas con mentones duros, que después de tantos golpes deben vivir la segunda mitad de sus vidas sin conseguir, siquiera, deletrear su propio nombre.
Lo de Shane Mosley, es digno del mejor elogio. Se mostró como él de sus comienzos o tal vez mejor. Con el aporte de su nuevo entrenador, Naazim Richardson, elaboró una estrategia perfecta y letal. En su caso, ya cumplió con el Salón de la Fama que lo espera ansioso para inmortalizarlo. Realmente lo merece.
Como apunte secundario, es bueno destacar algo que dará mucho que hablar en el futuro. Richardson reclamó sobre el vendaje de Margarito, que al parecer, utilizaba un producto que le otorga mayor dureza. Debieron cambiarlo. El otro apunte, es la actitud de caballero que mostró Mosley. Pudo humillar y no lo hízo.
Finalmente para Margarito no es el final, sin embargo ningún cuerpo tiene derecho a recibir tantos golpes. Su salud es el bien más preciado. Ojalá que haya aprendido la lección.
Eso escribiría cualquiera de los mas de veinte mil fanáticos que colmaron el Staples Center.
Decepción y asombro. ¿Realmente era Antonio Margarito aquella bolsa de recibir golpes durante ocho asaltos?. Si lo era. En mi crónica anterior les dije que Toño, ademas de su nula defensa y esa confianza ciega en el aguante de su barbilla, tiene otros problemas. Encender sus motores después del sexto asalto, es uno de sus defectos. Y sobre ese defecto, escribió el lenguaje de su estrategia el viejo zorro de Mosley.
En la mitad de la pelea le puso todo, ¡pero todo lo que tenia!. Lo ablandó con duros golpes al cuerpo, lo punteó con el jab, con derecho a más de una repetición, lo remató con durísimos ganchos al rostro y hasta le tiró volados que jamás Margarito alcanzaba a divisar. Todo en el arranque de la batalla. Les dije que su velocidad alcanzaba para Margarito. Alcanzó y sobró. Lo golpeó entrando e hizo lo mismo saliendo. Cuando el ex campeón quería reaccionar, daba un paso adelante y lo amarraba.
Para las veinte mil almas aquello era espectacular, pero inefectivo. A todos los efectos era el mismo guión de otras peleas del Tornado de Tijuana. Su mentón aguanta, aguanta, el rival se cansa y Margarito lo destroza. Así le ganó a Cotto y Cotto había vencido a Mosley. También les dije en mi crónica anterior que los números no hacen la historia.
Margarito dijo al final de la pelea que tuvo una mala noche. Yo le digo que no. Creo que lo que tuvo fue un duro aprendizaje. Ahora sabe que necesita mejorar la defensa, ahora comprenderá la necesidad de enchufarse' desde el primer asalto en la pelea y por sobre todas las cosas, sabrá que en la ley de la lógica, el que recibe los golpes es el que pierde. La historia del boxeo esta llena de pugilistas con mentones duros, que después de tantos golpes deben vivir la segunda mitad de sus vidas sin conseguir, siquiera, deletrear su propio nombre.
Lo de Shane Mosley, es digno del mejor elogio. Se mostró como él de sus comienzos o tal vez mejor. Con el aporte de su nuevo entrenador, Naazim Richardson, elaboró una estrategia perfecta y letal. En su caso, ya cumplió con el Salón de la Fama que lo espera ansioso para inmortalizarlo. Realmente lo merece.
Como apunte secundario, es bueno destacar algo que dará mucho que hablar en el futuro. Richardson reclamó sobre el vendaje de Margarito, que al parecer, utilizaba un producto que le otorga mayor dureza. Debieron cambiarlo. El otro apunte, es la actitud de caballero que mostró Mosley. Pudo humillar y no lo hízo.
Finalmente para Margarito no es el final, sin embargo ningún cuerpo tiene derecho a recibir tantos golpes. Su salud es el bien más preciado. Ojalá que haya aprendido la lección.
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